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En el panorama de la generación del cincuenta, el nombre de Alberto Rubio se sitúa de manera extraordinaria, insular y retirada de los cauces literarios de la época. Se trata de un poeta raro donde los haya, que indistintamente echa mano del barroco español y del habla doméstica, desdeñando las modas y la ruptura por la ruptura, y que sin embargo logra conectarse con su tiempo y con los dos polos de tensión marcados por sus coetáneos Enrique Lihn y Jorge Teillier, a través de imágenes cristalinas, iluminadas, preurbanas, y de un lenguaje enrevesado, sorprendente y hasta caprichoso en la condensación. En este libro se reúnen, por primera vez, las únicas y brevísimas obras publicadas por Rubio –La greda vasija, de 1952, y Trances, de 1987-, más veintidós poemas que dejó dispersos en revistas, diarios y antologías, lo que en total suma una de las más notables miniaturas de la poesía chilena contemporánea. “Los poemas de Alberto Rubio tienen una nitidez casi infantil. Diría que las figuras poéticas que logra no tienen parangón en la literatura chilena”. Luis Sánchez Latorre, Filebo. “Las palabras ‘nobleza’ y ‘honor’, ‘seriedad’ y ‘humanidad’ vienen a la boca al hablar de Alberto Rubio. Para quien conoce su poesía y conoció su persona, vienen también los términos ‘humor’ y ‘sátira’ ”. Armando Uribe. “Alberto Rubio era un poeta del tiempo, de las cosas y de su memoria. Era un poeta que comprendía en profundidad la magia del instante y trataba de eternizarla”. Jorge Edwards.
Alberto Rubio Riesco (n. Santiago de Chile; 8 de mayo de 1928 – f. 2002) poeta chileno perteneciente a la Generación Literaria de 1950 chilena. Padre del también poeta Armando Rubio Huidobro y abuelo del poeta Rafael Rubio Barrientos. Dos obras bastaron para que Alberto Rubio dejara su marca en la poesía chilena. La originalidad de su ópera prima asombró a los críticos, quienes lo calificaron como una “joven promesa”. Sin embargo, pasaron 35 años antes de que este juez de profesión publicara su segundo y último poemario.