Publicado en 1916, Días de campo es un libro insoslayable en la literatura chilena del siglo XX y algunos de sus cuentos –como “Paulita” o “La Maiga”– pueden considerarse piezas maestras del género. Federico Gana, que no publicó mucho más que este volumen vagamente inspirado en los relatos de Turguéniev, logró darle una profundidad universal al campo chileno. Sus patrones e inquilinos, hijos de una sociedad arcaica en declinación, se relacionan a la distancia, siempre tocados por un drama o una tragedia que revela la condición humana en medio de las soledades campestres. La capacidad de Gana para sostener carácteres es equivalente a su talento para proyectar atmósferas y paisajes. En Días de campo el paisaje, representado con precisión realista, está en relación anímica con los personajes y muchas veces se manifiesta cargado de presagios.