O’Hara se pasea aquí por la ruidosa Manhattan del mediodía –«Es mi hora del almuerzo, así que voy / a dar una vuelta entre taxis / color zumbido. Primero, por la vereda / donde los albañiles alimentan su sucio torso reluciente»– y nos muestra sus cavilaciones diarias, a veces mínimas, coloquiales y a paso raudo; velocidad que se convirtió en el sello de su escritura. Con un estilo directo y una actitud despreocupada, los poemas reunidos en este libro exploran lo íntimo y lo cotidiano, mientras desfilan paisajes exóticos, imágenes irracionales y numerosas referencias a celebridades, amistades y amores. O’Hara escribió estos textos de manera casual, ya sea en su oficina del MoMA, en la calle a la hora del almuerzo o en camino a una lectura poética. Fue parte de la llamada «The New York School of Poets» (junto con John Ashbery, Kenneth Koch y Barbara Guest), aunque la singularidad de su obra lo hace poco agrupable y su aparente ligereza difícil de imitar.