Violeta Quevedo (1879-1965) fue, sin duda, una escritora improbable: viajera compulsiva, católica fervorosa, hipocondríaca a tiempo completo, aristócrata venida a menos, cronista de sus propias fantasías y figura de fascinación para Joaquín Edwards Bello, Alone o César Aira. Sus libros, siempre brevísimos, hoy son casi inencontrables y ofrecen el retrato de una clase social en retirada, de un Santiago que chocaba de frente contra la modernidad y de una fe delirante capaz de solucionar incluso los peores embrollos de una declaración de impuestos.

Echando mano a muy disímiles archivos, mitos y anécdotas, Gonzalo Maier traza aquí el perfil de una autora excéntrica e irrepetible que construyó una obra guiada por la voz de los ángeles y por la voluntad de rebelarse ante lo que se esperaba de una solterona a mediados del siglo XX. Estas páginas constituyen un impagable ensayo sobre los caprichos del canon literario, las ambigüedades del humor y la escritura como una extraña forma de vida.

«Violeta Quevedo es la única escritora en Chile, acaso en el mundo, a quien nadie discute el calificativo inapreciable de original. Sería trabajo totalmente perdido buscarle influencias literarias, antecedentes históricos. Violeta es ella, nacida de ella misma, y no le debe a nadie nada».

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